jueves, 10 de enero de 2013

En la vera de un camino


1 comentario:

  1. Cuando tenemos en el pensamiento a la Madre de Dios, el tentador no puede ocupar esos pensamientos, sino que se aleja.
    La Madre de Dios piensa más en nosotros que nosotros en Ella. La Inmaculada siempre está muy pronto en socorrernos, en menos de un instante, si hemos sido tentado, tan solo con recurrir a Ella, la tentación se desvanece con una velocidad tremenda, pues el tentador se aleja más rápido que la velocidad de la luz.

    Necesitamos orar siempre con devoción, porque sin devoción, el alma no es fuerte, y cae en la tentación, pero no nos quedamos en la caída, sé que en nuestra debilidad, nos vemos reforzados por la Gracia de Dios, que nos ayuda a superarnos a nosotros mismos, a ser cada día más fuertes. Y necesitamos de esa poderosa fuerza de la Gracia de Dios, que por María recibimos también, sobre todo, en los momentos en que vamos a dejar esta vida presente.

    “Señor, concédeme la Gracia de la Perseverancia Final”, podemos decir cuando oremos, y podemos repetir esta petición las veces que creamos convenientes, en mi caso, es siempre. Porque en la hora de la muerte, teniendo a Jesús y a María a mi lado, me sentiré feliz, pero tengo que ganármelo.

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